18 de octubre de 2013

Pedales de Occitania: una aventura para contar a mi manera

Empecé a escribir la crónica el segundo día de ruta. Llevo varios días intentando ordenarla pero creo que pierde la gracia.  Así que no os quedará más remedio que leerlo poco a poco y por el orden en que vaya publicando las entradas para enteraros de la aventura completa...

La crónica de esta aventura empieza en Cirés una increible aldea del Midi - Pyrénées:



Hoy es 18 de agosto de 2013. Estoy en un pueblo del pirineo francés que se llama Cirés. Estoy en la iglesia del pueblo, junto a las tumbas del cementerio. Lo que veo al fondo son unas montañas altísimas cubiertas de pinos. Todo es verde. En el cielo, nubes esponjosas, algunas un poco amenazadoras, pero por lo general paisaje de ensueño. Ahora veo volar una rapaz. Llega una señora muy mayor y me pregunta si estoy bien aquí. Oui, très bien, mercy, le contesto. Me sonríe condescendiente con mi terrible acento español.

No se escuchan casi ruidos. Sólo el sonido del viento, una chicharra despistada y algún cencerro de vaca.
En el albergue se han quedado todos dormidos. Son las 17:22. La señora mayor vuelve para regar las plantas de sus muertos, o la de todos los muertos, aún no lo sé. La verdad es que el cementerio está precioso. Hay muy poquitas tumbas pero tienen unas vistas increibles.


Hoy ha sido una ruta corta pero muy intensa. Nos hemos levantado tarde, hemos desayunado abundantemente, por no decir como cerdos, en el Hotal Acta, un cuatro estrellas muy apañado. Después nos hemos ido a la tienda de bicis a sellar el roadbook y hemos iniciado la ruta.

Subidas de todas las clases y colores: de asfalto, con piedra suelta, con barro agarrao, con hierba, con grava, pero con unos paisajes impresionantes de fondo. Hoy solo toca subir. Mañana bajaremos. Hemos llegado a destino a la 13:00 más o menos y como no había nadie en el albergue nos hemos acercado al bar a tomar unas cervezas. Allí hemos entablado conversación con los paisanos del pueblo, bueno Julio ha conversado, el resto hemos dicho palabras sueltas. Luego las cervezas han empezado a hacer efecto y las risas, la discusión sobre el día nacional de Francia, la necesidad de frotarse para crecer convenientemente, y así hasta que el sueño ha empezado a hacer de las suyas y nos hemos acercado al albergue a ver si había alguien. No había nadie aparentemente pero estaba abierto. Antes también debía de estar abierto.

Hemos probado las literas. Para ser exactos hemos probado su resistencia tirándonos unos encima de otros en la misma litera. Yo me la había pedido pero me parece que va a ser la de Julio, por si acaso. 





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 La señora mayor vestida de colores pastel sigue por aquí regando las plantas...

1 comentario:

  1. Ay Cirés!! Qué recuerdos!.. No era el pueblo más espectacular de la ruta, pero si el más pintoresco. Fue un día maravilloso!... con ese estrecho sendero arropado por las ramas de los árboles que nos hizo sudar con esos rampones hasta que por fin llegamos a ese pueblo lleno de personajes ilustres: el señor del bar con su boina, su perro y su pelo en pecho, el enorme señor que regentaba el albergue, la viejilla fantasma del cementerio.. y cómo olvidar esa cena maravillosa!!

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